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CUANDO EL PERIODISTA ESTORBA...
(...) Sí a la información, sí al servicio público. No a la carroña, no a convertirnos en pseudodetectives de una circunstancia trágica que corresponde aclarar a una comisión de expertos, no a unos juntaletras de tres al cuarto que nos creemos que sabemos más que nadie. En días así no estoy especialmente orgulloso de mi profesión. Y no lo estoy porque uno tiene que saber cuando está de más, cuando estorba. Yo siempre lo he sabido, y por eso a veces lo he pasado realmente mal cubriendo cosas en las que sé que no pintaba nada. Pero aún así, yendo obligado, el periodista tiene que tener la capacidad de saber estar y de guardar el respeto más escrupuloso por los que sufren, sin tener por ello que dejar de llevar a cabo la desagradable misión que le hayan encomendado sus jefes. No me vale que si te obligan tienes que ir. Sí, vas, pero te comportas y no vas de chico de la película a hurgar en las heridas de nadie. En momentos así comprendo a los que nos odian (...)
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